Con Amor y resiliencia los Beltrán Hernández trabajan en el campo boyacense
En la vereda Coralina de Moniquirá, Boyacá, reside la familia Beltrán Hernández.
César Beltrán, junto a su esposa, Ana Joaquina Hernández, ha pasado toda su vida trabajando la tierra. Su hijo, Andrés Beltrán Hernández, de 22 años, les ayuda con las labores del campo, siguiendo sus enseñanzas y ejemplo.
Hace aproximadamente seis años, César se enfermó por una dolencia que le ha dificultado llevar a cabo muchas de las tareas que antes realizaba con vigor. Sin embargo, su espíritu incansable y su amor por la tierra no han menguado. Gracias a la dedicación y al trabajo arduo de su hijo, los oficios del campo continúan. Andrés asumió con responsabilidad las tareas que su padre ya no puede desempeñar, demostrando la fuerza y el compromiso que caracterizan a esta familia
Pese a su enfermedad, César no se deja vencer. Aún ejecuta algunas labores en el campo y supervisa el trabajo de su hijo con la sabiduría que solo los años de experiencia pueden otorgar. Ana Joaquina, su fiel compañera, también participa en las actividades agrícolas, asegurándose de que la tradición familiar siga viva.
Recientemente, los Beltrán Hernández empezaron el proceso de formalización de propiedad rural con la ANT (Agencia Nacional de Tierras).
Consideran que esta oportunidad es un verdadero alivio, pues nunca se había visto algo similar en su vereda. Además, están agradecidos porque el trámite es gratuito, lo que es vital para ellos, campesinos de escasos recursos.
Con la formalización de su finca, César y su familia ven un futuro más prometedor. Con el título podrán acceder a diferentes subsidios y programas del Gobierno, lo que les permitirá mejorar sus condiciones de vida y optimizar sus trabajos agrícolas.
Este apoyo es una luz de esperanza para continuar con el legado familiar y seguir cultivando la tierra con dedicación. Allí siembran yuca, tienen huerta y algunos naranjos y mandarinos.
Andrés, consciente de las dificultades y el esfuerzo que implica trabajar en el campo, destaca la importancia de conservar esta tradición.
Muchos de sus amigos y otros jóvenes de la vereda migraron a la ciudad en busca de alternativas, pero él decidió quedarse. Su objetivo es mejorar la finca y continuar con las tareas del campo, tal como le enseñaron sus padres.
Para él, la vida rural no solo es forma de subsistencia, sino una herencia invaluable que quiere preservar y transmitir a las futuras generaciones.